para estúpidos

15.2.07

De camaleones

No, no, no. Eso le dije a Braulio, y estuvo de acuerdo. El limonero también, no el señor de los limones, que dios lo tenga en su gloria, sino su sombra, la del árbol. Hay gente de malas ideas, que se aburren soberanamente. Como esos paisanos que se dedican a coleccionar mascotas como los pobres camaleones que viven en África o en Medio Oriente, cambiando de color, como todo el mundo sabe. Acá en el campo, por ejemplo, no tenemos camaleones, pero a mí ni se me ocurriría fabricarme una pecera enorme, hacerme traer uno de esos bichitos de dios y encerrarlo allí. ¡Con la de cuidados que se necesitan para que no enfermen! Que comen cucarachas, saltamontes, grillos, larvas de la harina, moscas... ¡Y los extravagantes se dedican a criar estos bichitos para alimentar a los otros! Un consejo: no le dé larva de mosca al camaleón, que se la tragará sin dudarlo, pero la larvita seguirá creciendo y acabará perforando su pancita... Vaya asquerosidad, Braulio, dime si no. Además, los camaleones no son sociables, y se estresan mucho cuando las personas los miran... fíjese qué estupidez, tener camaleones en el salón de casa para que nadie los mire...
Yo me indigno, y entonces me cebo unos mates y acaricio la cabecita de Braulio para tranquilizarme... Y si no, espero a que venga el limonero con sus limones a la hora de la siesta y lo invito con mates, aunque a veces escondo la yerba. Esto me recuerda al dicho popular que dicen por acá en el campo: más sabe el diablo por viejo que por diablo.

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento 3.0 Unported.