para estúpidos

8.2.07

Braulio habla

Guola, guola, auuuu. Me he tomado el atrevimiento, yo que soy un perro muy educado y entendido, de tomar la palabra en este blog porque veo que se está hablando de perros y gatos sin ningún conocimiento del tema. Y ustedes dirán: ¿cómo es posible que un perro hable?, o peor aún, que escriba, y yo les contesto que no es nada raro y que no es la primera vez que ocurre. Eso es lo que tenemos los perros, además de ser más inteligentes que los gatos, como bien explica Pascualino Editor, a quien debo todos mis respetos, que ya ha habido un famoso coloquio de los perros cervantino y unas investigaciones escritas enteramente por un perro kafkiano. Ustedes entenderán que Úrsula, mi ama, me haya entrenado para que le traiga las zapatillas y el tabaco, cosa que hago con gusto, ya que me siento harto recompensado con la comida que prepara para mí y las caminatas por los senderos del campo, lo que la pobre no hubiera sospechado jamás es que de tanto mirarla cebar mate y teclear, me hubiese quedado con la copla. Lo del mate no me ha gustado en absoluto, pero he aprendido a escribir.
El primer día que lo hice, y después de observar que Úrsula roncaba plácidamente debajo del limonero, comencé a olfatear la pantalla y le di sin querer a una letra. Desde este primer momento que podemos llamar “originario” en el arte de teclear de un perro hasta hoy, no ha pasado mucho tiempo. Ya se sabe que los perros aprendemos rápido. Mi técnica actual consiste en servirme de un lápiz que aprieto con los dientes para discriminar cada letra y no apretarlas así, por ejemplo: dfkñlf. Este tipo de palabras no se entienden. Eso me dijo Úrsula antes de poder leer mi primer mensaje en la pantalla del ordenador. Decía: “Tus zapatillas, Úrsula, las he dejado debajo de la cama, el periódico no te lo traeré más, porque ahora que sé leer, me he dado cuenta de que siempre lees lo mismo.”
Úrsula se rió y me contestó, también en el ordenador. Ella quería que no dejara de ejercitar mis habilidades lectoescritoras, por lo que comenzamos a comunicarnos de manera epistolar, muchas veces, hasta que conseguí una excelente capacidad de discernir y formular complejas estructuras sintácticas para frases cada vez más elaboradas.
Hace poco y después de adquirir la costumbre de acercarnos hasta el pueblo para conseguir el periódico de cada día y entretenernos con los crucigramas, me di cuenta de golpe, con un flash de lucidez provocado al pronunciar la respuesta 10 C, que la gente llama chat (gato) a la técnica de aprendizaje que les acabo de describir. ¿Acaso no se trata de una broma estúpida?

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