para estúpidos

30.1.07

Una boca

El señor Francis ha decidido mirar al suelo. Se ha puesto las gafas, porque ha visto algo allí que se ha movido. ¿Era una boca? Sí, una boca enorme. Enorme, y pequeña a la vez. Enorme porque para ser sólo una boca era demasiada boca. Pero tan pequeña que pudo haberla pisado. Menos mal que ha visto esos labios. Y que se ha puesto las gafas.
El señor Francis se acuclilla y acerca su oreja. Es sabido que las bocas dicen muchas cosas. Y el señor Francis, que siempre ha sentido debilidad por las bocas, no quiere dejarla allí, enmudecida. Esa boca se merece una oportunidad. Pero la boca, al rozar la cavidad espiral con uno de sus labios, se ha asustado y ha mordido.
El señor Francis quiere quitársela de encima, esas bocas traicioneras no se merecen hablar. Arrepentido, la arroja al suelo y la abandona.
Pobre boca, que nunca supo lo que dijo.

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